Ayer quedé suavecita suavecita.
Todo se ralentó como si hubiera ingresado a otro mundo.
Todo se ralentó como si hubiera ingresado a otro mundo.
Abrí los ojos en aquel paraje desierto
y comencé a descubrir nuevamente
mi condición de ser humano.
Realmente sentí los siglos en mi cuerpo
la gravedad pesaba una eternidad
los sonidos parecían distantes
como si mis oídos también volviesen a la vida.
Mover un omóplato como intentar desquebrajar el macizo de Brasilia.
Éramos seres míticos, estatuas sagradas de piedra.
Éramos seres míticos, estatuas sagradas de piedra.
Dioses ante la desesperación de encontrarse en un cuerpo
tan pequeño y amorfo, tan pesado y flexible,
una masa tan blanda, una estructura tan resistente.
Un movimiento, miles de engranajes trabajando.
Qué difícil tener que despertar tal
multiple intermegaconexión de sistemas.
Qué difícil reavivar uno a uno cada movimiento...
Qué placer descubrir la maravillosa complejidad de un cuerpo humano.
Un movimiento, miles de engranajes trabajando.
Qué difícil tener que despertar tal
multiple intermegaconexión de sistemas.
Qué difícil reavivar uno a uno cada movimiento...
Qué placer descubrir la maravillosa complejidad de un cuerpo humano.